miércoles, 26 de agosto de 2009

Terapia de sanación...

Hola, 
hay cosas que a veces no queremos recordar, pero la vida nos hace recordar. Hace unos días visité a un amigo que está enfermo. Llegué tarde a la cita porque tuve muchos compromisos esa tarde, y postergué la hora de llegada por unas cuantas horas más. 

Al entrar a la clínica (hospital) se me estremecieron las piernas, me persigné y como siempre hago, le pedí a mis ángeles y arcángeles que fueran adelante, atrás, a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo. Sentí que mi corazón dejaba de latir, sentí que no iba a ser capaz llegar hasta el piso donde estaba su habitación. 

Mi miedo tenía una explicación: pasé varios meses en esa clínica cuando estuve enfermo de cáncer y desde entonces no había ido porque no me sentía preparado para enfrentarme a esos recuerdos, pero ese día tenía que hacerlo, por mi, por el paciente que iba a visitar y porque por encima de todo he decidido enfrentar cualquier miedo que aparezca en mi vida. 

Al llegar al cuarto, abrir lentamente y asomarme, me vi en esa cama. Era yo, en esta persona maravillosa que no había visto jamás pero que en ese momento se convertía en mi hermano. En un sillón, su madre, como todas las madres, ahí, siempre ahí, llenas de amor y fortaleza. 

En ella vi a Aurita, mi madre, cuidándome y convenciéndome de que debía vivir. Me senté en su lugar cuando salió y observé al que estaba frente a mi, en esa cama, calvo como yo estuve, lleno de incertidumbre como yo estuve, con la mirada triste, con la voz débil, con la sonrisa llena de nostalgia.... Dios nos había puesto frente a frente. No lograba dejar de pensar que era yo. 

Desde que me metí a la ducha en la mañana, pensé en esta cita. Suelo hablar con Dios, casi siempre, preguntándole cosas, escuchándolo. Soy un simple católico al que si evaluaran, saldría mal evaluado. Pero me gusta hablar con él. 

Le dije: Dios por qué tengo que ir, si no lo conozco. 
-porque lo conoces más de lo que crees, es tu hermano, como son hermanos todos ustedes los que habitan ese planeta. 
Entiendo. - Qué le voy a decir?... yo recuerdo que cuando estaba enfermo no quería escuchar nada. 
-Deja que yo hable. 
-Ah, bien, bien. - Y si no hablas?... Si de repente me encuentro solo en ese cuarto con el, que le digo?... - Deja que yo hable, insistió. 

Frente a frente con este nuevo amigo, dejé que el hablara. Le dijo: -Mírame a los ojos. Yo no quiero esto para ti. Dios (mi padre) no quiere la enfermedad para ti. Por alguna razón que solo tu entiendes, que está en tu corazón, que quizá ya olvidaste, decidiste pasar por esta prueba. Porque no es más que una prueba. 

-No bajes la mirada, no quites tus ojos de mi. Mírame a los ojos. Dios, mi padre, no quiere eso para ti pero respeta tus decisiones. Esto que estás viviendo es el producto de una decisión consciente o inconsciente tuya. 

Mi amigo se quedó en silencio y de repente preguntó que hacer pues no se acordaba que el hubiera decidido enfermarse. Casi nadie lo recuerda, pero cuando hacemos consciencia de ello, descubrimos que si. Que hacer?... 

- Entrégame tu vida. 
- No, me da miedo, que tal si me muero. 
- Entrégame tu vida. Tu no eres de aquí, tu no eres de allá, tu simplemente eres. Entrégame tu vida. 
- Y si me muero?... 
- Estarás bien, donde estés estarás bien si confías. 

Yo quería salir corriendo, se que cuando uno se permite escuchar a Dios a veces no escucha las cosas que quisiera escuchar, por eso mucha gente prefiere rezar, orar, cantar pero escucharlo, jamás. Porque les da miedo. En ese momento mi miedo era a que no dijera nada más. 

Nuevamente dijo: Entrégame tu vida. Entregarme tu vida es abandonarte, no luches más con tu pensamiento para recuperarte, ten un acto de fe. Lo puedes tener dejando en silencio tu mente. No pienses en mañana, no pienses en el ayer, ni en el hoy, simplemente déjate ir. Permite que los médicos hagan lo suyo, que yo haré lo mío. Lo tuyo es confiar sin esperar nada a cambio. 

- Quieres vivir?... - Si. - Yo soy la vida. - Lo sé. - Entrégate en mi. - Como?... - Cierra los ojos. - Ya...  - Respira. - Ya. - Una vez más. - Ya. - Otra vez. -Ya. - Imagínate el sol. - Ya. - De qué color lo ves?... - Naranja. - Como le ves?... - Un círculo gigante. 

- De acuerdo. Esta bien, eso es lo que quiero que veas. Céntrate en ese círculo. Es el todo. Es el pan de vida. - Si, si. - No quites tus ojos de ese círculo. - De acuerdo. - Bueno, ahora repite conmigo desde el fondo de tu corazón esta frase: Yo en ti. Tu en mi. Repite. - Yo en ti, tu en mi. No dejes de respirar. Respira siempre. - Yo en ti. Tu en mi. - Intenta meterte con tu mente dentro de ese sol. Hazlo. Métete en ese sol sin dejar de respirar y repetir lo mismo. - Ya, lo estoy haciendo. - De acuerdo. Ahí estoy, intenta fundirte en el sol, yo estoy ahí.

 -Mi nombre es Jesús y me sé tu nombre desde siempre. - Gracias. - Mientras te fundes en ese sol, respiras y repites: Yo en ti, tu en mi, intenta verme. Mírame. Todos pueden verme. Me ves?... - Si. Si. - Aquí estoy. Somos uno, y en mi, la enfermedad no existe. Yo te quiero sano. Yo quiero que vuelvas a sonreír. Ahora somos uno. Ahora sabes que tu puedes sanarte ya mismo, si lo quieres. Quiero que te sanes, quiero que creas en tu sanación. Sigue respirando. Sigue repitiendo. Fúndete en mi. Yo no te dejaré solo. De hecho no estás solo. 

De repente todo quedó en silencio, un silencio sepulcral. - Debes hacerlo cinco minutos con tus ojos cerrados cada día. Yo voy a estar ahí. 

Luego todo volvió a la normalidad, me quedé un rato más y me despedí. Sentí ganas de abrazarlo, pero la timidez no me dejó hacerlo. Mi corazón se quedó allí, donde yo estuve, en un lugar de dolor e  infinita ansiedad y angustia, pero del que se puede salir si uno quiere. Aunque cueste. 

Si estás enfermo (a) de lo que sea, cáncer, azúcar, vih, soledad, angustia, depresión, celos, envidia. Abandónate, cierra los ojos y céntrate. Encuéntrate con él, búscalo y todo estará bien. Solos no podemos, las iglesias no nos ayudan porque tienen sus propios planes, tu iglesia eres tu, tu ángel eres tu, y lo tienes a el, que es la vida, que es el todo. 

Este es un nuevo día para volver, para cantar, para ser feliz. Hazlo. Dile no a todo lo que te esté haciendo daño. Nada esta perdido, tu puedes reconstruirte en cualquier sentido si crees que puedes. Tu puedes sanarte si crees que puedes. Ahora mismo le puedes decir basta a lo que no te gusta. Sea lo que sea que te está encadenando dile: NO. Que nadie dirija tu vida mas que tu. Dile basta al miedo. 

Hoy es un buen día para empezar de nuevo. Hazlo. Y si estás enfermo, limpia tu cuerpo, entiende que tu fuiste creado sano (a) y fuerte. Tu te fuiste contaminando, pero también tienes el poder para descontaminarte. Hazlo. Decide estar bien. 

NOTA: Esa terapia que describí arriba, yo la hacía durante el tiempo que estuve enfermo. Me abandoné, me entregué y aunque pensé que era mi fin, llevo cinco años de over time. Eso me demostró que si se puede. 

Me fui de la clínica con una convicción, si el quiere vivir, si siente que aún tiene cosas para hacer aqui, se levantará de esa cama y lo hará. 

Si te queda tiempo después de leer este mensaje tan largo, mira el vídeo que adjunté. Esta bien bonito y su mensaje es maravilloso. 

 http://www.youtube.com/watch?v=Cv0kFCTayUo&feature=related

le mando un abrazo inmenso al amor de tu vida (es decir A TI). Gracias por leerme. 

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